jueves, 4 de febrero de 2016

Tres preguntas a Leonardo Aguirre




¿Qué has visto recientemente? ¿Qué te pareció?
  
Una exposición sobre Martín Adán en la Casa de la Literatura Peruana. Exhibían una cuchara. Una simple cuchara. Ni siquiera de plata. Una cuchara sopera, de metal, sin adornos ni nada, como cualquiera de las que tengo en mi cocina. O sea, ¿cuál es el punto? Ya sé que la usaba Martín Adán, pero, ¿y? La tocó con sus manos, okay, eso es obvio, pero… ¿qué tenían esas manos de peculiar, único, distinto, especial? ¿Acaso el talento estaba en esas manos? ¿Santificó la cuchara de alguna forma? ¿Le transfirió algo, algo mágico, a la puta cuchara? Eso me recuerda esa famosa anécdota que se contaba sobre Joyce. Una señora lo abordó en un cafetín y pidió “estrechar la mano que escribió el Ulises”. Joyce la despidió con esta frase: esta mano también hizo muchas cochinadas.


Coméntanos sobre una idea o imagen recurrente en tu vida.

      Se trata, en realidad, de un recuerdo. Un recuerdo que me persigue desde hace mucho. Un recuerdo con el que quiero hacer algo en términos literarios. No, aún no me sale nada interesante. Una mañana: una mañana, golpe de 9 o 10, en la playa Caplina. Todavía sin sol. Todavía sin gente: era muy temprano y, además, día de semana. Fines de los ochenta. Mi vieja se tumbó en una toalla. Mi viejo y yo fuimos a ver los cadáveres. Una docena. Una docena de lobos de mar varados en la orilla. Nos acercamos a uno. Tenía la cabeza repleta de gusanos amarillentos y gordos como dedos. Mi viejo lo golpeó en la mandíbula con el frisbee y los colmillos cayeron con facilidad. Los recogió en un sombrero de paja. Repetimos la operación con otros lobos: seis o siete más. Mi viejo quería un collar con esos colmillos. Le pagó a un hippie del parque Kennedy para que lo confeccionara. Volvimos a la semana siguiente y el tipo ya no estaba. Se fue para siempre con la plata y los colmillos. Por lo demás, ya no existe la playa Caplina. El mar la devoró. Como es bien sabido, la playa llevaba el mismo nombre de un barco, un barco pesquero, que se hundió a pocos kilómetros de la orilla. Tardó mucho tiempo en hundirse del todo. Jura mi viejo que, durante un par de veranos, llegó a ver la proa, o la popa, cubierta de pelícanos.

     ¿A qué personaje entrevistarías? ¿Qué le preguntarías?

A Valdelomar, por ejemplo. Sí, es un personaje. De varios libros y, ahora, también del mío. Le preguntaría, se me ocurre, cómo fue que murió exactamente. ¿Fue, de verdad, un estúpido accidente? Nadie lo sabe con seguridad. Hay muchas versiones. Alguien, incluso, deslizó por ahí la teoría del suicidio, y varios, además, sostienen que predijo su muerte. También me interesaría conversar con Artemio Pacheco: ese fulano que lo acompañaba todo el tiempo y que algunos ubican en el Hotel Bolognesi: allí donde Valdelomar se rompió el espinazo. De hecho, tras la muerte del Conde, Pacheco desapareció para siempre. ¿Por qué desapareció? ¿Qué ocultaba? ¿Qué sabía? Incluso le preguntaría si Valdelomar en efecto era gay. Nunca me quedó muy claro. Muchos lo afirman, ya sé, pero el Conde gustaba de cojudear a todo el mundo. En todo caso, no hay ninguna prueba concluyente.



Leonardo Aguirre
Es autor de Manual para cazar plumíferos (cuentos: Matalamanga, 2005), La musa travestida (cuentos: Matalamanga, 2007), El conde de san germán (novela: Hormiga, 2008), Karaoke (novela: Magreb: 2010) y Asociación ilícita (no ficción: Animal de Invierno, 2016).



domingo, 4 de octubre de 2015

Tres preguntas a Diego Trelles Paz



¿Qué has leído  o visto recientemente? ¿Qué te pareció?
  
Volví a leer 76 y Los topos del autor argentino Félix Bruzzone. Ambas, obras mayores de un joven escritor que se atrevió a abordar el tema de los desaparecidos desde la perspectiva de los hijos (los padres de Bruzzone fueron desaparecidos el mismo año de su nacimiento por la dictadura militar) como nadie lo había hecho antes. Más que el consabido discurso de los derechos humanos al que se ha solido apelar en esta narrativa, hay, en ambas obras, pero más en Los topos, una reivindicación de la creatividad dolorosa, así la llamaré.  Otra relectura: El fiord de Oswaldo Lamborghini, también argentino. Es una obra que no va a caducar nunca. Por momentos es incomprensible sin dejar de ser poderosa en su forma de pesadilla.  Ya nadie va a escribir algo así. O si lo hace, no lo publicarán, lo cual es triste. Al cine fui a ver Dheepan de Jacques Audiard, que ganó recientemente la Palma de Oro en Cannes. Soy muy fan de lo que hace Audiard y esta película me parece que es una de sus mejores (aunque sigo siendo devoto de Un Prophet).  

Coméntanos sobre una idea o imagen recurrente en tu vida.

       La muerte es una imagen recurrente. Siempre se presenta de formas distintas. No siempre da miedo.

     ¿A qué personaje entrevistarías? ¿Qué le preguntarías?

A Jean-Luc Godard. Le preguntaría por Truffaut y por Rohmer y por Hitchcock. 


Diego Trelles Paz (Lima, 1977)

Estudio cine y periodismo en la Universidad de Lima. Es doctor en literatura hispanoamericana por la Universidad de Texas, en Austin. Ha publicado el libro de cuentos Hudson el redentor, las novelas El Círculo de los escritores asesinos y Bioy, con la que ganó el Premio Francisco Casavella 2012 y fue finalista del Premio Rómulo Gallegos. Su última publicación es el libro de cuentos Adormecer a los felices (2015). Actualmente vive en Francia.


Foto: Alessandro Pucci


sábado, 3 de octubre de 2015

Girl Rissing: Entrevista a Marie Arana y Senna Ochochoque


Girl Rising es una organización internacional que defiende y promueve la educación escolar de las niñas en condiciones adversas. Como parte de su estrategia de sensibilización produjeron un documental (2013) dirigido por el cineasta nominado al Oscar, Richard E. Robbins, en el cual se narran nueve historias de niñas de distintos países que luchan por ejercer su derecho a la educación, rompiendo barreras y superando limitaciones. La historia de cada una es contada por destacados escritores naturales del lugar del que ellas proceden. En el Perú fue la escritora Marie Arana quien tomó la historia de Senna Ochochoque, una niña de La Rinconada, Puno, que por entonces tenía 14 años y una vida para no creer. 


Senna empezó a trabajar a los 4 años, y en los más recientes el trabajo se volvió más duro por la presión de comprar los medicamentos de su padre enfermo debido a los químicos tóxicos de la mina donde laboraba. Él terminó por fallecer a los 50 años, pero Senna no se detendría, encontró refugio en lo que más le apasionaba: la poesía. Le encantaba escribir y recitar; los versos de Los Heraldos Negros, poema del gran César Vallejo traducía su tristeza, pero la a vez la sanaba y le daba la energía que necesitaba para seguir. Cosas del arte, que ya la estaba preparando para algo mejor. Es así que conoce a la organización y a Marie Arana, la encargada de transmitir su historia al mundo, con quien comparte hoy una sincera amistad. 


La Nave Revista conversó con ambas, y el resultado de nuestro encuentro lo pueden ver a continuación: 



sábado, 19 de septiembre de 2015

Los cuarenta de "Escuchando tras la puerta"




Pocos casos como el de Escuchando tras la puerta, libro de cuentos de Harry Belevan que, luego de tantos años mantiene no solo su vigencia, sino que, bien haríamos al decir, refleja el espacio que está conquistando la literatura de género fantástico en nuestro escenario actual peruano. Son cuarenta años desde su primera aparición, la cual llegó a manos del público gracias a la edición que preparó Tusquets editores en 1975.

La presente edición que la editorial Animal de Invierno trae a los lectores es una versión corregida y aumentada del libro. Se suprimieron un par de cuentos y se añadieron otros (inéditos hasta ahora), siempre cuidando que el espíritu del libro sea fiel a como fue concebido originalmente.

Dedicado a la memoria de su amigo, el desaparecido escritor Carlos Calderón Fajardo, esta reciente edición incluye, tal como la primera, un prólogo que Mario Vargas Llosa escribiera para la ocasión; y como novedad, un valioso estudio crítico de José Güich Rodríguez que da luces del contexto histórico y literario de la ópera prima de Belevan. 

Algunos apuntes los señala Güich en una reseña que publicó en el suplemento Luces del diario El Comercio hace algunas semanas y que compartimos a continuación: 


La obra de Belevan inició su recorrido con esta publicación y, cabe señalar, fue muy bien recibida en su momento incluso por lectores de la talla del escritor argentino Julio Cortázar, quien en solo un par de líneas selló su parecer al respecto:

"Seré siempre su lector porque me siento próximo a muchos de sus mundos y admiro también su escritura y su técnica". 

Sin más que decir, les informamos que la presentación de Escuchando tras la puerta será este jueves 24 de setiembre a las 7:00pm en la librería El Virrey de Miraflores (Calle Bolognesi 510). Acompañarán al autor con sus comentarios el crítico literario Ricardo González Vigil y la escritora Yeniva Fernández. La invitación está hecha.


viernes, 18 de septiembre de 2015

Tres preguntas a Emilio Noguerol



¿Qué libro has leído recientemente? ¿Qué te pareció?
Hace algunos días leí un poema de Ginsberg que me gustó particularmente. Se titula Rocket (Amsterdam 1958) y pertenece al libro Kaddish. Es un grito al cielo, al universo entero, como es costumbre en AG, y como creo yo que debe ser toda la creación artística. "(...) O fellow travelers I write you a poem in Amsterdam in the Cosmos (...) This is my rocket, my personal rocket I send up my message / Beyond / Someone to hear me there / My inmortality (...)". En realidad este mes ha sido muy Ginsberg para mí, en el sentido literario, no literal, por supuesto.
Coméntanos sobre una idea o imagen recurrente en tu vida.
Es una casa. Estoy casi seguro. Una casa que conozco muy bien, que he conocido durante años, pero de la que no tengo recuerdos materiales, quizás en otra vida fue mía. Se aparece en sueños con sus largas escaleras blancas, los pasillos alfombrados, todo muy extenso, muy distante, pero a la vez muy familiar. La vi por primera vez o enésima (dependiendo de qué nos estamos guiando) en un sueño de mi infancia. Desde ese día no la olvido, la sueño de vez en cuando. Hace unos meses apareció otra casa. Esta vez era más pequeña. Como miraflorina, clasemediera. El típico ranchito que ahora ya casi está extinto. No sé, son cuestiones que vienen y van, no me he puesto a pensar nunca en aquellas cosas recurrentes en mi vida, pero lo cierto es que esas casas algo intentan decirme. Ahora vivo en un apartamento de cemento helado que estoy intentando calentar con libros, ojalá mis amigas las casas que menciono no me impidan soñar algún día con esa que hasta este año fue mía y se me arrebató.
¿A qué personaje entrevistarías? ¿Qué le preguntarías?
Entrevistaría a Antoine De Saint-Exupery sin lugar a dudas !!! Lo miraría fijamente y lo conminaría en francés mal pronunciado a que me confiese qué coño se consume para poder encontrar pequeños extraterrestres viajeros que den cátedra de filosofía interplanetaria. ¿Se imaginan lo que serían esos trips? ¿Se imaginan lo que significaría invocar un Principito con tan solo una pitada? Dibujarle un par de corderos a cambio de valiosas respuestas sobre del verdadero sentido de la vida. Aconsejarlo con el espinoso tema de su Rosa y que en retribución nos dé la clave para perseverar en no convertirnos jamás en hombres serios...  ¡Hasta podría fundar mi propia iglesia y hacerme millonario vendiéndoles a los fieles agua del asteroide B-612!
Emilio Noguerol (Lima, 1996)
Actor y escritor. Autor del libro de relatos "Cuentos de un perfecto mentiroso" (Bizarro, 2014) Actualmente estudia Derecho en la Universidad de Lima.
Foto: Archivo personal

martes, 15 de septiembre de 2015

Tres preguntas a Christiane Félip Vidal

     



      ¿Qué libro has leído recientemente? ¿Qué te pareció?
        
      Uno de los últimos libros que leí y me gustó mucho fue El inquilino del colombiano Guido Tamayo. Me gustó por las siguientes razones:
      La historia: la muerte lenta, lúcida y resignada de un escritor enfermo de cáncer del pulmón para quien los últimos placeres son el cigarrillo, el alcohol, la escritura  y el sexo (cuando puede) con una prostituta drogadicta comprensiva. Se trata de una ayuda mutua: pagarle una noche le permite a ella comprar heroína.
      El personaje: un hombre desencantado que pasó al lado de todo - el amor, la fama, una herencia, la vida misma-, pero sigue escribiendo como si en ello se le fuera la vida (y se le va…).
      El tono: desilusionado (normal dada la situación del protagonista) aunque no desprovisto de humor (negro),  en el que asoman rasgos de “ternura” y que me recordó en algo el estilo de Fernando   Vallejo.
      El espacio: Barcelona,  espacio mítico para los latinos del boom.  Un detalle más personal: el protagonista recorre calles del barrio gótico que conozco  y fueron mías un tiempo y el hecho de reconocer(se) en un espacio cambia la mirada que uno tiene sobre un texto.

Coméntanos sobre una idea o imagen recurrente en tu vida.

Viajo en avión y se cae al mar. Desde hace algunos años y pese a haber viajado tanto, le tengo pánico a los aviones. Que el avión caiga en tierra no me asusta (es un decir, preferiría que no caiga, claro), lo que me da miedo es caer al mar, al fondo del mar. El mar me fascina pero sus abismos me asustan. Algo de esta fascinación quise reflejar en mi novela El canto de los ahogados.

¿A qué personaje entrevistarías? ¿Qué le preguntaría?

Entrevistaría al Boga, el protagonista de Sudeste, del argentino Haroldo Conti. Lo entrevistaría sentada en su bote y le pediría que me cuente qué siente en su lento recorrido por los arroyos del Delta del Paraná, cómo hace para no vivir de recuerdos a lo largo de tantos meses y años de soledad. Le pediría que me cuente de las mujeres a las que amó, o recuerdos de cuando era un hombre que tenía emociones, si es que las tuvo alguna vez, recuerdos  de cuando vivía en tierra firme y tenía otros horizontes que la extensión a veces sin riberas del Delta. Le preguntaría por qué siempre escapa y escapó de cualquier atadura.


Christiane Félip Vidal (Francia)


Estudió Literatura Iberoamericana en la Universidad de Montpellier. Viajó a América Latina para recorrer los espacios literarios de sus autores predilectos y se afincó en el Perú, donde vide desde entonces.

Sus más recientes publicaciones son Soltando gallos (2008), El canto de los ahogados (2012) y El silencio de la estrella (2015). Esta última ha sido traducida al francés por ella misma y editada en Éditions LHarmattan, Cuentos suyos aparecen en numerosas antologías.




Foto: Claude Gril




jueves, 3 de septiembre de 2015

Tres preguntas a Carlos Fonseca


             
      ¿Qué libro has leído recientemente? ¿Qué te pareció?

Recientemente leí La Conquista de lo Inútil, el diario que el cineasta Werner Herzog escribió mientras rodaba Fitzcarraldo, su fascinante película sobre los años de la fiebre del caucho y sobre el quijotesco sueño de su protagonista de construir un lujoso teatro de ópera en plena jungla. Me pareció un libro maravilloso, un libro que deja claro que Werner imaginaba el propio proceso de filmación como una obra de arte. Lo que sale a relucir en esos diarios es un Herzog quijotesco y valiente, alocado como su protogonista, en batalla con una idea fija que casi lo lleva a la ruina. Filmar aquella película era el equivalente de construir aquél alucinante teatro de ópera. Un libro sobre la obsesión, una magnífica puesta en escena de una nueva forma de pensar el cine y de un nuevo modo de retomar lo que para mí sigue siendo la escena fundacional de la historia Latinoamericana: la entrada del Europeo en la jungla americana. Ando en estos días releyéndolo.


 Coméntanos sobre una idea o imagen recurrente en tu vida.

A veces, por las noches, creo despertarme en un estado de inmovilidad total. El mundo esta ahí y yo también, pero aparte de eso, nada ocurre. Creo que los médicos le tienen un término: parálisis de sueño. Siempre he pensado que ese estado, tan próximo al pensamiento, es una suerte de encarnación de una serie de personajes literarios que me fascinan: Funes el Memorioso de Borges, el anciano de Viajes por el Scriptorium de Auster, el propio Marcel Proust recluido en su recámara, escribiendo su propia vida desde el recuerdo. Personajes reclusos, ermitaños inmóviles que, precisamente por estar condenados a no salir, a no ver el mundo, deciden imaginarlo.


¿A qué personaje entrevistarías? ¿Qué le preguntarías?

Me encantaría haber entrevistado a mi escritor favorito de lo que va de siglo: el alemán W.G. Sebald. Sus libros – grandes almanaques sobre los cuales las historias se amontonan como curiosidades – están repletos de fotografías. Fotografías de objetos, de paisajes, de libros, de archivos. Sin embargo, el propio Sebald aparece solamente una vez: en una fotografía junto a árbol que aparece en Los Anillos de Saturno, uno de sus mejores libros. Siempre me ha fascinado y extrañado esa aparición puntual del escritor en sus textos. De no haber muerto en el 2001, me hubiera encantado preguntarle: ¿por qué esa foto y por qué solo esa? Siento que ese detalle esconde mucho. 



Carlos Fonseca (San José, 1987)

Pasó la mitad de su infancia y adolescencia en Puerto Rico. Obtuvo un doctorado en literatura latinoamericana por la Universidad de Princenton. Ha colaborado en revistas literarias tales como Bazar Americano, Buensalvaje y Otra Parte, entre otras. Formó parte del grupo fundador de la revista de reseñas El Roommate. Actualmente reside en Londres. Coronel Lágrimas (Anagrama, 2015) es su primera novela.


Foto: Claire Newman